sábado, 26 de diciembre de 2009

Llegada

Llegué.
Estoy nuevamente en Argentina, en Buenos Aires, en Villa Adelina, en mi casa, en mi cuarto.
Se siente raro. O no se siente todavía. No está definido el sentimiento, así que no puedo especificar que se siente.
Llegada maratónica. Fiestas y mucha gente. Toda la familia, de madre y padre, muchos amigos. Muchas cosas juntas.
Muchos me preguntan si me vuelvo a ir, pero yo creo que todavía no tuve tiempo de llegar...
Hace un par de días estaba en Budapest, con -19º...
Me tomé el avión con Kinga, y fuímos a Praga.
Tenía helices el avión.
Nos cambiamos a otro, y seguimos a Madrid.
Ahí teniamos mucho tiempo, como 10 horas de espera, por lo que salimos a pasear.
Vimos el centro.
Y la llamé a Nuchi y nos vimos.
Y la visitamos a Flor en el trabajo.
Volvimos al aeropuerto, y el avión estaba demorado.
Esperamos mucho, como 2 horas más. Ahí empezamos a subir al avión. Pero no nos fuímos porque faltaban 28 pasajeros de un vuelo desde Barcelona que estaba más atrasado.
Esperamos más de 1 hora sentados en el avión...
Salimos, pero había mucha lluvía.
Paramos en Tenerife a cargar nafta y esperamos otra hora...
Salimos nuevamente, y después de un viaje eterno, finalmente llegamos...
Tardamos en salir a buscar las valijas. Que llegaron, pero no había carritos para llevarlas. Kinga salió a buscar...
Finalmente pudimos cargar todo y salir.
Me esperaban Luni, Nico, Marina y Diegui.
Nos despedimos con Kin, y me fuí.
Maschwitz.
Asado.
Estaban un montón de los chicos. Sebas, Mito, Pedro, Mati, Santi, Tin, Sol, Delfi, Manu, Isa... y por supuesto mi viejo y Antonia.
Villa Adelina.
Mi vieja.
San Isidro a pasar Navidad en lo de la tía Malela.
Primos y tías y tíos.
Maschwitz de nuevo.
Fiesta en lo de Sebas.
Ví a todo el mundo. Ana, Isa, Facu, Eze, Luco, Nico, Tina, Nati, Gabi, Nico, Nina, María, un montón...
Dormir en lo de papá.
Tortuguitas, en lo de mi abuela.
Asado con la familia.
Primas, primo, primitas, tíos, tías, mi abuela, Cachi, Claudia, las chicas, Elsi y Patri...
Villa Adelina.
Cena con mamá y Gustavo.
Dormir.
Despertarme en casa.
En mi cama.

Muchos me peguntaron si me vuelvo a ir...
Yo creo que todavía no pude llegar...

viernes, 11 de diciembre de 2009

Ya me voy

Ya me voy, ya me voy, ya me voy para la playa me voy...
Como dijo Árbol.
Pero mientras tanto, antes de llegar a esa playa rioplatense.
Antes de tirarme de bomba en una pileta de amigos.
Antes de predisponerme a contar mil veces la misma historia.
Agregandole cada vez más detalles inventados.
Como para que no me aburra tanto, no?
Antes de todo eso...
Todavía estoy acá.
Y también tiro fuegos artificiales para todos lados.
Y artificios de fuego también.
Fuego del que quema, y del que no quema también.
Ando a mil.
De acá para allá.
Y de allá para acá.
Me voy a hacer una última escapada.
A conquistar Praga, y Varsovia.
Con el tiempo justo para antes de eso terminar de juntar material para un posible documental.
Y despedirme de todo el mundo.
Y juntarme con tal o cual.
O verme con este o aquel.
O con todos al mismo tiempo.
Y después salgo.
Y después vuelvo.
En un raid furioso, que me va a depositar nuevamente en Budapest solo unos días antes del vuelo.
Solo unos días antes, como para tener el tiempo justo y necesario para no entender nada.
Y meter algunas cosas en una mochila.
Y subirme a un avión que me llevará de vuelta a Buenos Aires.
Donde tampoco voy a entender nada.
Y extraniamente, el avión se va a frenar en Praga.
Así que voy a estar en Praga 2 veces.
3 en realidad, porque ya pasé por ahí cuando volví de Copenhagen.
Y solo la voy a poder ver una, jajajja.
Y después despegamos de nuevo.
A Madrid.
Y de Madrid, 15 horas pa Baires.
Y ahí sí.
Ahí ya llego.
Me bajo y otro clima, otro sol, otro tiempo, otra hora, otro todo.
Y fiesta.
Y Navidad.
Y más fiesta.
Y como que se siente como que no me fuí.
Me al mismo tiempo como que no estuve en siglos.
Al menos eso me comentaron otros "regresantes".
Y de pronto, no se bien cuando, quizás unos 3 o 4 días.
Quizás allá por Enero.
Me de cuenta que ya no estoy en Budapest...

sábado, 5 de diciembre de 2009

Terminé

Se terminó.
Finalmente.
Me falta un examen el lunes, pero ya no curso más.
Llegó a su fin el Balassi.
No sé si aprobé o no.
Creo que si.
Igualmente no me importa.
Es loco haber terminado.
Como se pasó de rápido el tiempo.
Como de pronto estoy por volverme.
Cuando fué casi ayer que llegamos y empezamos a estudiar.
Pero ya está.
Terminé.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Hinchado

Me hinche las pelotas.
Nada de escritura linda o buscarle la forma al texto...
Con el clima de mierda esta todo bien.
10 días de niebla no me molestan.
Trabajar mucho, de noche, y no dormir, tampoco.
Lo que no me estoy aguantando es ir a las clases.
El húngaro me hinchó las pelotas.
No quiero ir más.
No me aguanto estar sentado en el aula.
Por más que no escuche.
Por más que no preste atención.
Por más que me duerma.
Simplemente no quiero estar ahí...
Prefiero estar en el cuarto sin hacer nada.
Ir a la ciudad.
Dormir, cocinar, cualquier cosa.
Hasta no me molesta estudiar por mi cuenta.
Pero no quiero ir a una clase más!!!

Solo faltan un par de semanas...

Pero se hace eterno...

sábado, 21 de noviembre de 2009

Vuelvo

Vuelvo. Acá estoy.
Vuelvo a escribir.
Y dentro de poco vuelvo a Baires.
Pero como ese "dentro de poco" es más de un mes, antes que nada quiero volver a concentrarme en el aquí y ahora.
En Budapest.
En este último tiempo con la ciudad.
Y con los amigos que tengo acá.
Con todo lo que tengo alrededor ahora.

Si vuelvo y me voy,
Si vuelvo o no vuelvo.
A donde vuelvo.
Si acá es acá o allá
O si allá es acá.
O todas esas combinaciones confusas.
Las dejamos para después.

Ahora estoy.
Y vuelvo.

Ayer caminaba a las 4 de la maniana, volviendo de trabajo.
No había choferes y me dieron más ganas de caminar que de esperar.
Y me encontré una estrella fugaz.
Eso me puso contento.

martes, 3 de noviembre de 2009

De juegos, helados en invierno, lanzallamas y platos rotos

Estuve jugando. Jugando de verdad, totalmente metido en el juego.
Jugaba a que tenía una novia. Y nos queriamos. Nos queriamos más que todo el mundo.
Y era divertido jugar, porque sabía que en breve se iba a terminar.
Que al fin de cuentas era simplemente eso: un juego.
Pero me compenetre tanto, que una vez que se terminó, quería seguir jugando.
Y me llené de tristeza.
Me sumí en incertidumbres.
Pero lo que más me ensombrecía era el egoísmo de mi tristeza.
No era tristeza por ese juego terminado.
No por ese juego en particular.
Estaba triste por no poder seguir jugando.
Con ella o con otra. Lo único que importaba era seguir jugando.
Claro que ella era un factor importante, el más reciente, el último, el que todavía latía en las pupilas.
Pero parte de otros muchos juegos también inconclusos.
No el único.
Divierte la libertad de saber un final cercano, de permitirse un vale todo porque total ya se termina.
Pero esos finales abrutos también dejan un vacío importante...
Y todo eso se me juntó de golpe.
Se me agolpó en la garganta.
Me ahogó.
Nostalgias sumadas, dudas encontradas, caminos varios que no llevan a ningún lado.
Dí vueltas y vueltas en mi cabeza.
Y no volví a clase.
Me fuí a caminar.
En el frío del invierno.
Y me comí un helado, con el frío en la cara, en mi boca y en mi garganta.
No ví un auto en una esquina, tan compenetrado andaba con mi angustía.
Por suerte el auto me vió a mi, que deambulaba con mi palito bombón helado, y no me atropelló.
Seguí dando vueltas y me encontré con lanzallamas.
Unos obreros pegaban alfombras de brea.
Un sonido más que interesante el de los lanzallamas para condimentar mis pensamientos.
Y volví.
Y me senté ausente en otra clase, pensando historias, sin poder prestar la suficiente atención.
Y se necesita bastante para poder seguir una clase de literatura sobre el clasicismo en húngaro.
Así que me concentre en las historias de animales que vinieron a mi mente.
Y después, (como saben algunos) cuando se juntan tantas cosas, tantas angustias, tantas dudas, tantas certezas a medias y verdades incompletas, rompí un plato.
Porque es inevitable, llega un momento en que tenés que romper un plato.
Puede ser un vaso, o una taza también, o algo por el estilo, pero generalmente es un plato.
Un plato de sopa, en mi caso.
Pero viendo la obiedad de este plato estrellado en una lluvía de anicos en el piso, sonreí.
Y me vine a escribir esto.
Para aclarar mi pensamientos.
Para respirar profundo.
Y para ver que hago con todos estos sentimientos que tengo en este momento.
Tengo un infinita tristeza, como dice Manu Chao.
"Infinita tristeza", "Infinita tristeza", repite el audio en un loop.
Pero suelo disfrutar de mis estados de ánimo, sean cuales sean.
Así que creo que me voy a tocar el saxo a ver como suena toda esta tristeza...

sábado, 31 de octubre de 2009

Zagreb

Es de noche. Miro el techo blanco en sombras en un cuarto que no es mio.
Me sangra un poco la encia, y la boca se me llena a gusto metalico.
Me abrazan.
Repaso los ultimos dias.
Paseos en bicicleta, paisajes, lagos, calles nuevas que por momentos se sienten familiares.
A la maniana siguiente miro desnudo por la ventana, parado en una cocina en un rincon del mundo, con el abrigo del sol que es el mismo en todas partes.
Miro edificios, una plaza. Una mujer sacude un mantel en una ventana. Un viejo acomoda cosas en un balcon abarrotado. Una pareja se despide eternamente en la puerta de uno de los edificios. Un ninio grita un alarido de felicidad y exitacion mientras otro mas grande, posiblemente un hermano, lo persigue.
Me siento extranio.
Viviendo la vida de otro.
Replanteo: soy el protagonista de mi propia vida, pero por momentos me distraigo y me abstraigo hasta casi convertirme en un simple espectador.
Budapest parece lejana.
Europa parece mas lejana.
Buenos Aires es una vida pasada. Un eco.
Realmente este viaje fue una recoleccion mas que interesante de vivencias.
Nose bien en que direccion, pero siento que creci enormemente.
Y en eso estoy. Aprovechando cada dia. No solo aca en este viaje. Todos los dias. Todos.