miércoles, 23 de septiembre de 2009

Momento

La sensación fué parecida.
Calor, el sol afuera, y las cortinas ensombreciendo la habitación.
Y en un momento, un mar de sensaciones.
Ese pegote en la ropa.
En la piel.
En todo el cuerpo.
El delicado bamboleo de las cortinas con el viento, que se niega a refrescar de verdad.
Solo acariciando de tanto en tanto.
Por un momento.
Y después otra vez el calor.
Hay que hacer silencio.
La sensación de jugar con lo prohíbido.
Ese sabor especial.
Entre el sudor.
Los besos.
La saliva.
Calor afuera.
Calor adentro.
Calor dentro.
La habitación en sombras calientes.
Mientras en el exterior el sol quema.
Las chicharras.
Esa somniolencia.
Las caricias que se enredan, pegoteadas.
Shhh!
Escuchaste algo?
Me parece que esta viniendo...
...
No, no viene nada.
Igual paremos, hace mucho calor... mejor vayamos a la pileta.

Caricias de amor de verano, a la hora de la siesta.

Fué un lindo recuerdo.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Pausa

No encuentro mi escritura.
No sé donde la dejé...
Pero ultimamente no me puedo sentar a escribir mails.
Leo todo, miro las boludeces, pero no escribo.
En papel tampoco.
Veremos que ocurre, como siempre.

Mientras continuo leyendo todo.
Y hoy no me dieron ganas de salir.
Me quedo en casa, estudiando un poco.
O pretendiendo estudiar por lo menos.
Maniana trabajo temprano en la maniana...
Una paja tremenda, pero así voy juntando unos forints y recupero mi economía.
Los primero días después del viaje por Europa estaba fundidísimo.
Ahora me voy recuperando.

Y voy entrando en ritmo también.
Con el estudio en húngaro.
Con la gente.
Con la ciudad.
Con todo.
Me gusta Budapest.
Me gusta Budapest.
Me gusta Budapest.

Pero el primer amor nunca se olvida, y también extranio Buenos Aires...
En poco tiempo, unos meses que se van volando.
Y estaré de nuevo por allá.
De regreso.
Se siente raro, y todavía faltan 3 meses.
Pero se va aproximando, y con lo rápido que pasaron estos casi 8 primeros meses, lo siento a la vuelta de la esquina...

lunes, 14 de septiembre de 2009

Y la vida continúa en este viaje-estadia en Hungría.
Arranqué esta semana las clases en húngaro.
Literatura, Geografía, Historia, Sociología...
Todo en húngaro.
Por ahora, pasado el lunes, cursé Literatura.
Y me sorprendí a mi mismo entendiendo todo.
Los conceptos por lo menos, no cada palabra, obviamente.
Y me sorprendió el no haberme dado cuenta que yo ya sabía todo.
Que lo estudié en el colegio, y en el Cievyc, que son cosas que manejo.
Cagado hasta las patas por tener que cursar en húngaro no lo había notado, así que las cosas que no entendí las pude adivinar.
Al menos por ahora, parece que voy a ir entendiendo.

Y continúan las salidas también.
Y la gente, nueva, vieja, no tan nueva o no tan vieja, conocidos o simplemente gente que te cruzas en la calle.
Los que viven en la calle acá no son simplemente pobres, son más locos que pobres.
El otro día uno me vió con el saxo, y charlamos durante un rato en la parada y en el bondi.
Hablamos en húngaro, en inglés, en espaniol, sabía un poco de italiano también...
Pobreza culta la europea.

Y Pablito está acá en Budapest. Otra visita familiar, lo lindo de encontrarse a alguien que es de la familia.
Y quiero irme a Zagreb de escapada.
Con Pablo vinieron unos dolares de regalo de mis tías por mi cumpleanios, así que mi situación económica, que estaba un tanto asfixiada, ahora se recupero, y hace posible estos planeamientos.

Veremos que pasa.

Mientras continúan las fiestas, las salidas, los encuentros, y los regresos y despedidas.
Siempre está viniendo alguien o llendose alguien.

Ya me tocará a mi también.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Instante

Fué eso:
Un instante.
Un momento efímero.
Pero realmente me dejó pensando.
Una sensación.
Casi un suspiro.
Pero realmente profundo.
Intravenoso.

Subía las escaleras.
Salía a la noche.
Dejando atrás el día artificial que siempre reina en el subte.
Y mientras comenzaba a vislumbrar la calle.
Y los edificios.
Y el cielo de Budapest.
Pensé:
"Voy a extraniar todo esto cuando me vaya..."

Un instante.

Pero que puede marcar mi futuro, no??

viernes, 4 de septiembre de 2009

Objetos viajantes

Me llegó por una amiga de una muy buena amiga.
Que quizás con el tiempo se convierta en amiga propia.
Que supo cuidarlo como propio.
Anduvo viajando también.
Como yo.
Quién sabe por donde...
Pero al final quiso volver, y acá está.
Otra vez conmigo.
Porque con tanta gente nueva parece que lo necesitaba otra vez.
Al menos eso dijo la duenia momentanea.
Que la extranio.
Voy a ver como hago para que también le vuelva su pulsera.
Que la cuido como propia.
Y que también estuvo viajando.

Tengo mi collar de nuevo!!!

martes, 1 de septiembre de 2009

La siniestra calle Sómloi...

Volví.
Hacía ya un tiempo que no andaba por estos lados, pero todo parecía estar de la misma manera, asombrosamente igual dado el paso del tiempo.
Traté con esfuerzo, pero no pude precisar la fecha en que había estado allí por última vez.
Podían ser varios meses desde entonces. O quizás varios anios.
Se sentía como siglos.
Apoyé uno de los bultos que cargaba a mi lado, y con la mano ahora libre me cubrí el rostro del ardiente sol, intentando contemplar mejor.
El enorme edificio me miraba imponente, sin aparentes reclamos por mi ausencia.
Pero solo por unos segundos, porque luego (quizás cuando se percató de mi misera existencia), hasta me pareció percibir que se inclinaba un poco sobre mi, avalanzandose amenazador.
Sin embargo, descarté la sensación en ese momento, convenciendome de que simplemente era una fruto del cansancio, que venía ganandome la batalla diaria hace desde hace bastante tiempo.
Contemplado todo lo sucedido luego, me pregunto que hubiera sucedido si hubiera hecho caso a ese mudo aviso, a esa instintiva advertencia...
Tomé entonces el primer bulto, y me presté a ser devorado por la enorme mole de cemento, atravesando sus puertas para internarme en las frías sombras del vestíbulo, dejando el agobiante calor de un día particularmente soleado para la época del anio.
Pero enseguida tuve que ser resurgitado, porque la tarea no se iba a cumplir en un solo viaje.
Aunque me tomó menos tiempo del pensado.
En unos 20 minutos, ya había sido recibido nuevamente por esa despersonalizada habitación, que me contemplaba con la frialdad de sus paredes ahora blancas, y había sabido ser mi guarida durante tantas noches.
Los bolsos y ropas sobre una de las otras camas, me indicaron que ya tenía un companiero de habitación, y por la bandera brasilera que se veía asomando prolijamente plegada entre los bultos, pude deducir que se trataba del senior Rodrigues Staudt, el cual había arrivado a tiempo, según lo anticipado en la correspondencia que habiamos intercambiamos.
Las otras dos camas estaban vacías, y por el momento, desconocía a quien fuera ocupar esa tercera cama.
Escojí la que estaba más cerca de la ventana, y me aproximé a ella, para contemplar, como había hecho tantas veces en otros tiempos, el sinuoso recorrido de la siniestra calle Sómloi, que se alejaba sigzageante colina abajo.
Encendí un cigarrillo, aspirando cansada y profundamente el humo, y me volví hacía la cama, dispuesto a comenzar a desempacar todos mis artilugios y bienes personales.
Y fué entonces que noté la nota deslizandose por debajo de la puerta. Me acerqué cansinamente, y me agaché a tomarla.
Desde el mismo momento en que observé el trazado de esa letra, fino y expresivo, cargado de feminidad, algo me cautivo. Estaba escrita sobre un envoltorio de algún tipo dulce, pero pulcramente limpio. No pude precisar el origen de la golosina, pero parecía ser ruso, o algo parecido, aunque la nota estaba escrita en un perfecto castellano.
Leí entonces: "Vos tenés el pito con capuchita o sin? Digo, para ir sabiendo."
Abrí la puerta intentando dar con el autor/autora de la nota, pero lo único que descubrí fué un pasillo desierto...