Kedves barataim...

Ayer llegué de la tierra de Drácula, de la Erdély húngara, o de la Transilvania rumana, según como se mire. Y fué un viaje espectacular.
Más allá de que pasamos la mayor parte del tiempo arriba de micro llendo de un lugar a otro. El bus gitano, nuestro segundo hogar.
Y vimos iglesias, montones de iglesias.
Y vimos montanias, montones de montanias.
Y los húngaros en Transilvania trabajan la madera de una manera incríble.
Y las comidas eran todas pesadisimas.
Y nos hospedamos en una casa de familia.
Y vimos museos, montones de museos.
Y vimos viejitos, montones de viejitos.
Y vimos húngaros, montones de húngaros!
Y eso que es otro país supuestamente.
Y también vimos lagos.
Y también vimos cuevas.
Y llovió muchísimo.
Y cada tanto nos espió el sol.
Y nos mojamos.
Y nos secamos.
Y también nos emborrachamos y bailamos hasta el amanecer.
Y anduvimos mucho en micro.
Y algunos se pelearon.
Otros se amaron.
Otros se pelearon y se volvieron a amar.
Y me volví con una sensación lindisima, de haber conocido un lugar especial, mágico.
Y también vimos castillos, no montones pero si varios.
Y también hicimos pin-nics.
Y está vez saqué fotos, porque Dodi me prestó su cámara.
La pasé muy lindo, me gustó mucho.