Hubo fiesta. El aire esta extranio, los pasillos se sienten raros, la gente mira como no miraba antes.
Se van.
Muchos se van, vuelven a sus respectivos países.
Algunos más cerca, otros lejísimos.
En trenes, micros o aviones.
Pero se van, y uno lo puede sentir.
Ellos lo saben también.
Cada uno, y todos a la vez.
Todos saben, y todos obran en consecuencia.
Gente que convive bajo un mismo inmenso techo, y que repentinamente se da cuenta que probablemente no se van a encontrar nunca más en la vida.
El aquí y el ahora.
La última oportunidad.
Algunos la toman, otras la dejan pasar.
Pero a todos los conmueve, los afecta.
Hubo fiestas en el cuarto.
Desfilaron chinos, japonesas, una venezolana, canadienses, estadounidenses, rusas, polacas, un colombiano, brasileros, una estoniana, una austríaca, italianos...
La puerta en estos días se abrió más que nunca para recibir visitas.
Nosotros nos quedamos 6 meses más, y somos testigos de las multiples despedidas...
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